Una entrevista de Paco Gil
Fotografías Raúl Díaz
Entrevistas en ‘primera persona’
Fue en una de esas multitudinarias carreras escolares que organiza la Delegación de Deportes del Ayuntamiento de Dos Hermanas cuando Valme Prado, siendo aún una niña, confiesa que se enamoró del atletismo. En la primera carrera fue siempre al lado de su amiga Valme, pero ya en la del año siguiente, y siguiendo el consejo de su madre, la hizo a su ritmo y acabó segunda, sólo superada por su también amiga Nuria Roldán. Ahí empezó a nacer una estrella que hoy, a sus 23 años, está dejando una estela que es cada vez más brillante.
"El atletismo es algo que me apasiona y sé que no lo voy a dejar nunca."
Valme Prado Durán nació en Dos Hermanas hace 23 años. Es la única hija del matrimonio formado por Antonio Javier Prado Expósito y María Durán Salguero. “Mis padres tardaron en tenerme y tal vez por eso creo que estoy tan mimada. Mi madre tenía un problema de tiroides, que era algo que por entonces no estaba tan controlado, y le dijeron que debía esperar por lo menos cinco años para poder ser madre, porque, si no, el bebé podía venir con problemas. El caso es que se les alargó todo un poco más de lo previsto, hasta el punto de que mi madre, a la que no le bajaba la regla, fue a una revisión y de pronto le dijeron que se encontraba embarazada. Yo nací cuando ella tenía 33 años. Mis padres me han contado que incluso llegaron a ir a la cueva de Santa Ana porque existe la tradición de coger un poco de tierra y ponerla sobre la barriga de la mujer que quería quedarse embarazada, y por eso pensaron en su momento en ponerme de nombre Ana, pero como les tiraba tanto a los dos la Virgen de Valme, al final me pusieron ese nombre. Y yo, muy orgullosa. Mi padre ha estado toda la vida trabajando en la radio. Empezó en ‘Radio Estrella’ aquí en Dos Hermanas, hasta que se fue a la Cadena Ser. Y mi madre estuvo muchos años en el Hipervalme y ahora se encuentra de monitora en un colegio en Montequinto”.
Tras sus correspondientes estudios, entró “de rebote, porque lo que yo quería era estudiar Biología o Medicina”, en Ciencias del Deporte.“Al principio estaba enfadada y cabreada con estos estudios, pero llegó un momento en el que cambié el chip y ahora sé que es lo mejor que me pudo pasar. A mí lo que más me gusta es correr y entrenar, de ahí que me haya especializado en el entrenamiento de personas con vistas a que mejoren su rendimiento”. La labor de monitora la inició con el Club de Atletismo Orippo cuando cursaba primero de Bachillerato, entrenando a niños de entre 3 y 5 años, tarea que compagina, encajando siempre por medio sus entrenamientos en el Estadio de La Cartuja de Sevilla, con un grupo que ella misma ha bautizado como el de los ‘papis’.
"Fue en una de esas multitudinarias carreras escolares cuando, siendo aún una niña, confieso que me enamoré del atletismo."
“Es curioso porque nadie de mi familia ha hecho alguna vez atletismo. Mi madre le echa la culpa a mi abuelo que, por lo visto, se levantaba temprano, se tiraba dos o tres horas andando y volvía como si no hubiera hecho nada. Yo al principio empecé con la natación, pero por lo típico de que mi madre me apuntó de pequeña para que aprendiera a nadar. Pero cuando estaba en primero de Primaria me apunté con una amiga, que se llama también Valme, a las carreras escolares que se hacen en el estadio Manuel Utrilla. Fue cuando me di cuenta de que me gustaba mucho correr. Es verdad que en esa primera carrera fui en todo momento al lado de ella, a la que yo le decía: “¡Pero corre más rápido!”. El caso es que al año siguiente, mi madre me dijo que corriera a mi ritmo, que no esperara a nadie, y fue cuando acabé segunda. Es curioso que con el tiempo me he dado cuenta, al ver sobre todo las fotos de entonces, de que tres de mis mejores amigas competimos juntas en esa carrera escolar: Nuria Roldán, que fue la que quedó primera, y Ana Moreno, que quedó tercera y que es, además, mi mejor amiga. Pero es que los ocho niños y niñas que íbamos a entrenar todos los días a la pista de atletismo llegamos a formar un grupo de amigos con el nombre de ‘Manuel Utrilla Team’.
“Total, que al ver que me había gustado correr, le dije entonces a mi madre que quería apuntarme a atletismo. Como estaba por entonces en natación, ella me dijo que cuando acabara en la última calle de la piscina, que era en la que entraban aquellos que tenían más nivel, me apuntaría a atletismo. El caso es que hasta me quisieron fichar en el Club de Natación, pero como yo no quería seguir yendo a natación, me inventé que me dolía la barriga para ver si lo dejaba y podía apuntarme a atletismo. Cómo sería todo que mi madre hasta me llevó al médico, pero éste le dijo”:
“Mire usted, a su hija no le ocurre nada. Lo que pasa es que no quiere ir a natación”.
“Total, que cuando llegué ya a la última calle de la piscina, mi madre me apuntó a atletismo, y desde entonces ella no se perdía ninguno de mis entrenamientos”.
“Cuando yo empecé tenía unos 7 años, y desde el primer instante me di cuenta de que lo que más me gustaba del atletismo era la sensación que sentía cuando corría. A mí, siempre que no me obliguen, me gustan todos los deportes, hasta la natación [se ríe ahora], y la verdad es que me encanta entrenar porque estoy con mi gente, con mi entrenadora… Yo voy a La Cartuja porque tengo allí mi grupo de entrenamiento, pero es que a mí me gusta hasta entrenar sola. Este año, que estoy incluso doblando entrenamientos, me ha pasado de no poder ni siquiera dormir por la noche porque me ponía a pensar en el entrenamiento del día siguiente. Habrá quien diga que estoy un poco loca, pero es que me encanta lo que hago”.
"A mí siempre me pasaba en mis inicios que me encontraba entre las mejores del ranking en España, pero cuando llegaba la hora de la verdad, no sé por qué pero me venía abajo. En ese año 2017 yo iba segunda en el ranking, pero en la carrera quedé la octava."
“Pero dentro de toda esta pasión, cuando me di cuenta de que podía ser atleta fue hace solo unos dos años. En 2017, cuando tenía 16 años, con motivo de que me llamaran para ir con la Selección Española de Atletismo. A mí siempre me pasaba en mis inicios que me encontraba entre las mejores del ranking en España, pero cuando llegaba la hora de la verdad, no sé por qué pero me venía abajo. En ese año 2017 yo iba segunda en el ranking, pero en la carrera quedé la octava. Recuerdo perfectamente a mi padre en el último cien de ese Campeonato de España en pista cubierta gritándome que apretara porque decía que “la ocho no es la nueve”. Yo no entendía lo que me quería decir, pero el caso es que apreté, entré la octava y luego me di cuenta de que entrando en esa posición me convertía en finalista, lo que no le pasaba ya con la novena”.
“Y eso que me dijo mi padre me hizo clik en la cabeza y fue cuando me dije que si yo estaba ahí era porque valía. Y así conseguí mi primera medalla en un Campeonato de España. Recuerdo también a mi padre, que estaba entre el público en la contrarrecta, cómo en el último 200 [mira, es que voy a lllorar. Se me ponen los pelos de punta recordándolo] iba tercera y me dijo: “¡Ahora sí, Valme. Ahora sí”. Cuando vas corriendo no te enteras habitualmente de nada porque vas muy concentrada, pero yo lo escuché perfectamente. Crucé la meta y me dieron entonces un papel de la Federación Española de Atletismo convocándome para participar en un encuentro internacional que se iba a celebrar contra Portugal. Yo había quedado la tercera, pero como la que quedó segunda había sido seleccionada para ir a otro campeonato, pues fui yo la elegida. Entonces, ese verano fui a competir con la Selección Española y ya a los dos años, en Sub-20, fui también seleccionada para ir a Bielorrusia a correr el 1.500”.
Fue el inicio de una brillante carrera atlética, antes perteneciendo al Club de Atletismo Orippo y ahora al Unicaja Jaén Paraíso Interior, que le ha llevado en las pruebas del 1.500 y del 800 a proclamarse campeona de Andalucía sub23 y absoluta de 1.500 al aire libre; campeona de Andalucía Sub23 de 800 en pista cubierta; subcampeona de Andalucía absoluta de 800 en pista cubierta; campeona de Andalucía Sub23 de 1.500 en pista cubierta; quedarse a solo dos décimas del récord de Andalucía Sub23 de 800; tercera en el Campeonato de España juvenil de 1.500 al aire libre; subcampeona de España Sub20 de 1.500 en pista cubierta; doble bronce nacional Sub23 de 800 al aire libre; tercera en la Copa Ibérica Sub18 de 1.500 al aire libre; octava en 1.500 en el Encuentro Internacional Sub20 de Minsk (Bielorrusia) en pista cubierta, y a quedarse a un segundo de la mínima europea del 800 en 2021.
“A pesar de todo esto, en ningún momento me he parado a pensar en si era buena corriendo o que tuviera calidad, sino que era algo que me salía solo. Y es que yo nunca tuve como objetivo nada, ni siquiera con mi entrenador o con mis padres, sino solo pasármelo bien. Pero fue ya cuando di el paso a la categoría absoluta, hace dos años, rodeada de las mejores atletas de España, cuando me dije: “¡Ojo! Esto ya es otra cosa”. Y me di cuenta porque el primer año en el que participé en un Campeonato de España en pista cubierta, con 17 años, no me metí en la final porque para mí el logro era ya estar allí. Recuerdo que después fue cuando vino la pandemia, que nos dejó un año sin poder competir, pero al siguiente pude ya meterme en la final del Campeonato de España absoluto, donde quedé la séptima. Ahí fue cuando mi entrenadora me dijo que me encontraba entre las mejores de España, y todo sin que yo entrenara como lo hacían ellas. Yo entrenaba de lunes a viernes, pero la mitad de lo que lo hacían ellas. Ahí comprobé que la gente entrenaba en serio, y le dije entonces a mi entrenadora: “Si estas niñas han podido conseguir eso, yo también”. Verás, que a lo mejor no llego a sus niveles, pero quiero intentar estar donde se encuentran ellas. Ahora mismo llevo dos años siendo quinta de España y tengo por delante a cuatro muy superiores que van a ir a los Juegos Olímpicos, pero, claro, es muy complicado ponerte a competir contra compañeras que se encuentran en un centro de alto rendimiento, becadas o con patrocinadores, porque ellas solo se dedican a entrenar por la mañana, a comer, dormir y entrenar de nuevo por la tarde, algo que yo no podía hacer. Por eso este año he querido dar un pasito y empezar a doblar los entrenamientos para ver si realmente soy capaz de llegar. Yo tengo ahora mismo 23 años, pero mi referencia es Natalia Romero, que en estos momentos tiene 33 años, que es de mi club y que en Tokio participó en el 800; es decir, que si yo estoy haciendo ahora las marcas que ella hacía con mi edad, ¿por qué no voy poder lograrlo yo?”
“Recuerdo que cuando entré en el Orippo, hubo un entrenador, Fernando Chacón, que me dijo que yo tenía posibilidades en el atletismo. Yo era una niña y lo que hacíamos por entonces era jugar más que entrenar. Pero fue otra persona, Sebastián Prieto, quien me metió de verdad la pasión por el atletismo. Él habló con mis padres y les dijo que me había visto algo, que era buena y que le gustaría entrenarme. Ahí tuve un pequeño problema personal, porque se daba la circunstancia de que si empezaba a entrenar con él, ya no podía seguir con mis amigos, pero pese a ello le dije que sí. Y él, para que yo no me sintiera sola, se llevó también a dos de mis amigas, Rocío Plaza y Aída Sánchez. Y empezamos a entrenar. El primer año nos cogió su hijo, que tenía 19 años, con quien, la verdad, no llegamos a congeniar porque era muy recto en el trato y nos imponía mucho. Pero fue entonces cuando el padre nos cogió y cuando hizo que yo me enamorara del atletismo, hasta el punto de que él me decía”:
“Te voy a dejar de entrenar”.
Y yo le respondía: “Como tú me dejes de entrenar, dejo el atletismo”.
“Y es que teníamos una conexión súper buena. Recuerdo que él estaba lesionado, pero pese a ello se ponía delante de mí en las series para tirar. Fue tremendo. Yo estoy intentado ahora ser una buena atleta, pero si el día de mañana veo que no puedo llegar a los objetivos que me he marcado, sé que no voy a dejar nunca el atletismo porque es algo que me apasiona. Es que no veo una vida para mí que no esa esta. Recuerdo que mi padre se puso malo en 2013, llegando a estar dos meses ingresado en el hospital, y Sebastián me estuvo llevando a su casa a comer con su familia y se convirtió en un segundo padre para mí. El caso es que él acabó teniendo un problema con el club y dejó de entrenar, pero tuve la suerte de que la pareja que yo tenía por entonces estudiaba en la Universidad de Sevilla, donde se encontraba Beatriz Bachero Mena como entrenadora. Y hablamos con ella para ver si me podía entrenar. Ella la verdad es que es una locura: es graduada en Ciencias del Deporte, trabaja en la Universidad de Sevilla, ha hecho un montón de investigaciones, experta en fuerza… Sé que no he podido terminar en mejores manos y tengo una fe ciega en ella. Además, me cuida un montón y quiere que llegue a lo más alto, pero sin lesionarme por el camino porque quiere que las vistas las tengamos puestas en un futuro”.
"Yo tengo una cosa, no sé si buena o mala, que es que de cabeza voy loca; o sea, que en el momento en el que realmente entrene como las que están por delante mía en España, creo que no me puede parar nadie."
“En mi etapa con Sebastián él vio que yo era rápida, y por eso me metí en el 1.500. Y ya cuando me cambié con Beatriz, vio también que era muy rápida y me propuso probar en el 800, donde ese mismo año ya quedé tercera de España, a dos décimas del récord de Andalucía y a un segundo de la mínima europea. Ahí fue cuando comprobé que no me estaba yendo mal. Ahora mismo me gusta mucho entrenar y competir en el 800. Yo tengo una cosa, no sé si buena o mala, que es que de cabeza voy loca; o sea, que en el momento en el que realmente entrene como las que están por delante mía en España, creo que no me puede parar nadie. Si antes con 16 años no era capaz de sacar todo lo que tenía cuando llegaba a un campeonato, ahora mismo he cambiado totalmente. Y es verdad que me veo entrenando y compruebo que se me da bien. Soy rápida, como se comprobó una vez que participé en un 400 sin preparármelo e hice la mínima para el campeonato de España, y como además tengo capacidad de trabajo, entonces se me dan bien estas distancias. Pero en todo esto hay un problema, y es que las ayudas a los atletas se han reducido mucho y las exigencias para conseguirlas son muy altas, lo que me plantea una serie de dudas con vistas al año que viene. Es verdad que mis padres me han ayudado mucho y me han dicho que me dedique exclusivamente a entrenar como si fuera una profesional, y a luchar por objetivos, pero ¿y si no sale bien? La verdad es que el mundo del atletismo te da muy poco y lo que te da, cuesta muchísimo conseguirlo. Yo a día de hoy vivo del atletismo porque mi club me da un fijo, además de equis dinero cuando vamos a competiciones, pero en el momento que una se lesiona, ¿qué nos queda?”
"Yo en este momento de mi vida, con 23 años, creo que me queda todo por delante, porque lo pienso así y porque mi entrenadora también me lo dice."
“En cualquier caso, yo en este momento de mi vida, creo que me queda todo por delante, porque lo pienso así y porque mi entrenadora también me lo dice. Cada año estoy corriendo más, estoy cada vez más cerca y creo que ahora, que he empezado a doblar los entrenamientos, me queda mucho por aprender y toda una carrera por delante. La ilusión la tengo. De las cuatro atletas que se encuentran en estos momentos delante de mí, la campeona de España tiene 30 años y ha sido ahora cuando ha logrado la mínima para ir a unos Juegos Olímpicos. Y si ellas pueden, por qué no yo”.
“En todo este lío, hay un momento que no se me olvidará nunca. Fue cuando, con 18 años, obtuve mi primera medalla en un Campeonato de España que se celebró en Getafe. Y lo fue por lo que significaba y porque llevaba ya mucho tiempo intentando conseguirlo. Y porque mis padres y mis amigos de Dos Hermanas fueron a verme. Y para colmo, cuando crucé la meta me comunicaron que iba a ser internacional. Ese fue el primer día en el que yo me dije que había hecho algo increíble. A lo mejor me tiro una temporada entera sin conseguir nada, pero si logras algo en un momento determinado, eso te da alas para seguir el tiempo que haga falta”.
“Y dentro de las veces que he ido con la Selección Española, me quedo con lo que me dijo el seleccionador de mi categoría de entonces, la Sub20, en un ocasión en la que fui a Bielorrusia a correr el 1.500 y en la que, no sé cómo, se produjo una equivocación y tuvimos que correr una vuelta más. Claro, yo estuve apretando pensando en la que era la última vuelta, pero cuando vi que había que seguir, me pasó hasta el apuntador. Yo tengo la suerte de que siempre he estado acompañada por mis padres, algo que les agradeceré toda la vida, pero ese día me encontraba además sola. El caso es que me fui a una esquina y me puse a llorar, hasta que me cogió el seleccionador y me dijo que lo que tenía que sacar de ese momento no era una medalla o una marca, sino la experiencia, algo que me iba a servir mucho para los próximos años. Y eso me caló porque me hizo cambiar el chip y pensar que estamos aquí para rendir y competir, pero sin quedarnos con lo que haya salido mal sino con lo que se aprende de cada momento para seguir para adelante. Por eso mis sueños en el mundo del atletismo son volver a ser internacional, hacer las marcas que creo que puedo conseguir, y si puedo ir a unos Juegos Olímpicos, pues me daré por más que satisfecha. Y que todos sepan que lo voy a intentar porque soy demasiado cabezona”.
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