Desde 2019 hasta este 2024, las historias de los mutantes de Marvel han orbitado en torno a una isla que ha elevado su popularidad hasta niveles insospechados.
Supuso toda una sorpresa para los fanáticos de Marvel descubrir, hace ya cinco años, que Jonathan Hickman iba a convertirse en el guionista principal de los mutantes. Y es que el afamado escritor, con gusto por la ciencia ficción y la construcción de escenarios complejos a largo plazo, venía de haberse encargado de los Cuatro Fantásticos y los Vengadores, concluyendo su macro-saga con el aclamado evento Secret Wars de 2015. Lo que nadie esperaba fue que acabara tomando las riendas del tercer gran equipo superheroico de la editorial: la Patrulla-X.
Sin embargo, la idea de Hickman iba más allá de ocuparse simplemente de una sola cabecera. Ya había experimentado con la construcción dual a través de su pase por los Vengadores, ocupándose tanto de Avengers como de New Avengers en una historia coral. Y precisamente este gusto por los guiones complejos y de desarrollo lento le venía como anillo al dedo a los personajes con los que estaba a punto de tratar: todo fanático de Marvel sabe lo prolíficos que son los mutantes, que desde los años ochenta han protagonizado varias colecciones simultáneas con tal de desarrollar a sus muchos personajes.
Esta tendencia a la ramificación tuvo su punto álgido en los noventa, década que supuso el mayor esplendor económico de los mutantes, convirtiéndose los ejemplares de las nuevas X-Men y X-Force en algunos de los más vendidos de toda la historia. Todo esto se repitió a lo largo del siglo XXI, aunque nunca con la misma fuerza ni popularidad. Al menos no, claro, hasta la llegada de Jonathan Hickman al universo mutante: series como Marauders, Fallen Angels y Excalibur, además de las clásicas e imprescindibles, empezaron a convivir en un prometedor inicio de saga.
Pese a su gran complejidad argumental, la saga planteada por Hickman se ganó desde el primer momento el beneplácito de la mayoría de fanáticos. Fueron dos las series que sirvieron como precedentes: Dinastía de X y Potencias de X, colecciones de seis números cada una que ayudaron a sentar las bases de la nueva era a través de la retrocontinuidad.
Este inicio de etapa planteaba dos ideas esenciales: el renacimiento de la isla de Krakoa, una masa de tierra viviente vista por primera vez en Giant-Size X-Men #1 de 1975 y que, pese a sus primeros pasos como villana, volvía como la mayor aliada de los mutantes. En esta nueva historia, Krakoa acogía a héroes y villanos por igual al establecerse como la nación soberana del Homo Superior. Esto alejaba a la Patrulla-X de su clásica condición de “odiados y temidos”, acercándolos más que nunca al concepto de divinidades.
Por otro lado, se retomaba al personaje de Moira McTaggert, la humana que ejerció de aliada y amante del Profesor X durante la etapa de Chris Claremont, en un giro que la revelaba como mutante. Y no una cualquiera, pues sus poderes incluían constantes muertes y resurrecciones (con sus consiguientes lavados de memoria) en un ejercicio temporal que sería clave para establecer este nuevo statu quo para los personajes.
Y sí: dicho así, estos cómics no parecen resultar especialmente accesibles para el lector corriente. De hecho, la era de Krakoa recompensa a los fanáticos añejos, aquellos que cuentan con el bagaje de Chris Claremont, Grant Morrison y el resto de autores clave de la historia mutante. Aun así, la complejidad de la saga dista de lo habitualmente visto en las historias de la Patrulla-X y se acerca a una ciencia ficción que quizá contente a otra clase de consumidores.
La saga tuvo como pilar la serie de X-Men, protagonizada por los héroes mutantes de toda la vida. A su par se encontraba X-Force, donde se ahondaba en el contexto político de Krakoa y sus violentas relaciones internacionales. Tampoco se puede ignorar Marauders, una colección algo más amena y cuyas aventuras estaban protagonizadas por la querida mutante Kitty Pryde. Y algo más tarde llegó Immortal X-Men, donde se narraban historias de los verdaderos poderes políticos de la nación, revelando planes ocultos, tensiones interpersonales e intrigas palaciegas que no tardarían en estallar en forma de eventos multitudinarios.
Además, esta era mutante contó con curiosos eventos como X de Espadas, que estableció la existencia de una nueva clase de mutantes todopoderosos, habitantes de la nación de Arakko. Merecen también mención Inferno (que poco tuvo que ver con su homónima ochentera/noventera) y la reciente Los Pecados de Siniestro, así como la Gala Fuego Infernal, que terminó convirtiéndose en un acontecimiento de periodicidad anual que solía condicionar todo lo que se vería a lo largo de los próximos doce meses.
Actualmente, la era Krakoa se encuentra dando sus últimos coletazos mientras tiene lugar Fall of X, el arco que pretende poner fin a esta época de bonanza mutante. Y es que ha supuesto un verdadero soplo de aire fresco para unos personajes con tramas excesivamente recurrentes, atados a la Escuela Xavier y a una problemática social que lleva sesenta años sin decaer.
Quizá no sea el mejor punto de entrada para nuevos lectores, pero ni siquiera lo pretende: con su identidad propia y cocción a fuego lento, la saga de Krakoa ha terminado convirtiéndose en la etapa mutante favorita de muchos, capaz de sobresalir pese al auge audiovisual de otros iconos marvelitas e incluso liderar las ventas de cómics.
El eterno retorno de los héroes a menudo obliga a devolver a los personajes a su lugar de origen, pero aun así nadie olvidará que, durante cinco años, los mutantes fueron inmortales.
“Mientras dormíais, el mundo ha cambiado…” –Profesor Charles Xavier
“...Ahora tenéis nuevos dioses” –Magneto
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